Por
MÓNICA VÉLEZ BUSTAMANTE
Escribo
este articulo como reflexión posterior, ya que cada 8 de marzo, se conmemora el
Día Internacional de la Mujer, una fecha que busca reconocer y celebrar los
logros y contribuciones de las mujeres en la sociedad. Sin embargo, también es
un momento para reflexionar sobre los desafíos y obstáculos que aún enfrentamos
las mujeres en su lucha por la igualdad y la justicia. Uno de estos desafíos es
la violencia de género, que se manifiesta de manera sutil pero dañina a través
de las microviolencias.
Las microviolencias son un tipo de violencia de género que se caracteriza
por ser sutil y pasar desapercibida, pero que puede tener un impacto profundo y
duradero en la vida de las mujeres. Se manifiestan a través de gestos,
actitudes, comentarios, chistes y otras prácticas sociales que están
socialmente aceptadas, pero que en realidad son formas de violencia.
Algunos ejemplos de microviolencias incluyen
ridiculizar o humillar a una mujer, acechar o stalkear en redes sociales,
controlar o prohibir sus acciones, empujar o jalonear, hacer
"caricias" agresivas, chantajear, mostrar celos o manipular. Estas
acciones pueden parecer insignificantes, pero en realidad pueden tener un
impacto devastador en la autoestima, la confianza y la salud mental de las
mujeres.
Las microviolencias tienen efectos graves y duraderos. Pueden producir un
daño sordo y sostenido que se agrava con el tiempo, anular la persona y aquello
que la hace ser quien es, y atrapar a las mujeres en una red de microviolencias
"fraternas", "amigables", "amorosas". Es
importante reconocer que las microviolencias no son solo un problema
individual, sino también un problema social y cultural que requiere una
respuesta colectiva.
Entonces, ¿cómo combatir las microviolencias? Es
necesario reconocerlas para dejar de naturalizarlas. Es importante hacer
conciencia como sociedad de que tales microviolencias existen y tienen un
impacto real en la vida de las mujeres. También es fundamental identificar
formas de combatir dichas violencias, como educar y sensibilizar a la población,
promover la igualdad y la justicia, y apoyar a las mujeres que han sido
víctimas de microviolencias.
Finalmente, es importante construir una sociedad
realmente igualitaria, donde las mujeres sean valoradas y tratadas con dignidad
y respeto. Esto requiere un cambio cultural profundo, que implica desafiar las
normas y valores sociales que perpetúan la violencia de género. Es un desafío
grande, pero no es imposible.
Con motivo de la pasaba conmemoración del Día Internacional de la Mujer hago un llamado
a la conciencia sobre las microviolencias, un tipo de violencia de
género que es sutil pero dañina. Es importante reconocer las microviolencias,
hacer conciencia sobre su existencia e impacto, e identificar formas de
combatirlas.
La invitación no solo es a denunciar toda clase
ve violencia contra la mujer, también es a prevenirlas, a formar personas
capaces de respetar y convivir en sana tolerancia, claro está sin normalizar
acciones que atenten contra nuestra dignidad y nuestra integridad física,
emocional, mental, sicológica y sexual.
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