Por MONICA VELEZ BUSTAMANTE
El silencio cómplice: una
reflexión sobre la verdad y la justicia en Colombia La fábula del traje nuevo
del emperador nos enseña una lección valiosa sobre la importancia de la verdad
y la valentía para expresarla.
En el cuento, todo el mundo se
siente obligado a elogiar el traje inexistente del emperador, hasta que un niño
inocente se atreve a decir la verdad: “El emperador va desnudo”. Esta historia
nos recuerda que, a menudo, la verdad es sacrificada en aras de la conveniencia
o el miedo a la crítica.
En Colombia, durante la
primera mitad de esta década, hemos sido testigos de una serie de eventos que
nos hacen reflexionar sobre la importancia de la verdad y la justicia.
La muerte de líderes sociales,
supuestos suicidios que se convirtieron en noticias de un día y la impunidad
que siguió, son solo algunos ejemplos de cómo la verdad ha sido sacrificada en
aras de la conveniencia política o la indiferencia.
El caso de Miguel Uribe es
particularmente lamentable. La vida es lo único que nos hace iguales, y la
muerte de cualquier persona, independientemente de su posición social o
económica, es una tragedia que debe ser investigada y esclarecida. Sin embargo,
en Colombia, hemos visto cómo la vida de algunos es valorada más que la de
otros, y cómo la justicia es aplicada de manera desigual.
La actual oposición en
Colombia ha adoptado una conducta de intolerancia absoluta, utilizando la
palabra “odio” para describir cualquier crítica o disidencia. Esta estrategia
es similar a la del flautista de Hamelin, que atraía a las ratas con su música.
La oposición ha logrado que algunos sectores de la población repitan la palabra
“odio” sin reflexionar sobre su significado o contexto.
Pero la verdad es que la
intolerancia y la agresión no son la respuesta a los problemas de Colombia. La
solución radica en la capacidad de escuchar, reflexionar y dialogar. Es hora de
que dejemos de repetir slogans y comencemos a buscar soluciones reales a los
problemas del país. La historia del traje nuevo del emperador nos enseña que la
verdad es poderosa, pero también es frágil.
Se requiere valentía y
honestidad para expresarla, y requiere también una sociedad dispuesta a
escucharla y actuar en consecuencia. En Colombia, necesitamos una sociedad que
valore la verdad y la justicia, y que esté dispuesta a luchar por ellas.
En conclusión, la situación en
Colombia es compleja y requiere una reflexión profunda sobre la verdad y la
justicia. Es hora de que dejemos de lado la intolerancia y la agresión, y
comencemos a buscar soluciones reales a los problemas del país.
La verdad es el primer paso
hacia la justicia y la reconciliación, y es hora de que la valentía y la
honestidad sean nuestras guías en este camino.
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