Por AMYLKAR ACOSTA MEDINA- Miembro
de Número de la ACCE- www.amylkaracosta.net
El Gobierno no ha hecho más
que recetar placebos para aparentar que está gestionando la crisis energética
que el negacionismo del Ministro de Minas y Energía Andrés Camacho lo lleva a
descartarla. Son varias las dosis de ellos las que se han prescrito por parte
de sus más altos funcionarios. Veamos. La Superintendencia de servicios
públicos, siguiendo sus instrucciones, expidió una Circular eliminando “el
cobro de conceptos no asociados a la prestación directa de los servicios
públicos domiciliarios y el cobro del impuesto de alumbrado público en la
factura de servicios públicos”.
En mi concepto este es un
sofisma de distracción, pues se trata de simular una rebaja de la tarifa,
tratando de eliminar el cobro a través de la factura de energía de otros conceptos
que no hacen parte de la tarifa pero sí de la factura. Y digo que es un sofisma
porque por el hecho de que no se cobren y paguen el impuesto al alumbrado
público o la tasa de aseo o la tasa de seguridad con la factura de energía, el
usuario lo tiene que pagar por separado. Es más, en el caso del impuesto al
alumbrado público, es una Ley 352 de 2016, de la que establece que en su
artículo 352, establece que se debe cobrar con el servicio de energía por ser
un servicio anejo al mismo.
Además, si no se cobra a
través de la factura de energía se afecta el recaudo, poniendo en aprietos a
los municipios o distritos que tercerizan la prestación de dicho servicio
mediante contratos que obligan a las partes, de tal suerte que tienen que
responder garantizando el pago a la empresa a cargo del mismo. Y de paso, ello
repercutirá además en la calidad y cobertura de la prestación del servicio de
alumbrado público, tan indispensable en las ciudades!
Peor que la Circular anterior
de la Super es la otra que dispone que no se aplique la llamada “limitación de
suministro” a las empresas que lleguen a ser intervenidas, que consiste en que
cuando la empresa que comercializa la energía no le paga al generador que se la
vende, este queda facultado para suspender el despacho de la misma.
Por consiguiente, ello puede
abocar a las empresas generadoras a la iliquidez y a tener problemas de flujo
de caja para atender sus propios compromisos que conlleva la administración,
operación, la compra de combustibles en el caso de las centrales térmicas y el
pago a proveedores. Ello puede dar lugar al tan temido efecto dominó, que puede
conducir a un efecto sistémico, poniendo en riesgo el suministro de energía a
los usuarios.
Medidas como estas son la peor
forma de “defender” al usuario, como aduce el Ministro de Minas y Energía
Andrés Camacho, cuando sostiene que él está “del lado de los usuarios”. Y lo
decimos porque, definitivamente, la energía más costosa es aquella con la que
no se cuenta justo en el momento en que se requiere. Esta es la peor señal para
los agentes del mercado, pues atenta contra la seguridad jurídica y la
confianza inversionista.
Además, la Superintendencia de
servicios públicos se está extralimitando en sus funciones, porque ello le
compete a la CREG en lo regulatorio y a XM, que es la encargada de administrar
el Mercado mayorista y la operación del Sistema Interconectado nacional (SIN).
Y mientras tanto el Gobierno se las apaña para comprar tiempo y dilatar la
respuesta al llamado desesperado de parte de los gremios que representan a las
empresas comercializadoras y a las generadoras de energía para que le gire los
subsidios que les deben.
No ha valido tampoco el
requerimiento que le hicieron mediante un pronunciamiento conjunto la
Contraloría General y la Procuraduría, advirtiéndole del riesgo de un
racionamiento en la prestación del servicio. Esa deuda, que asciende a los $2.8
billones al corte de diciembre 31 de 2024, tiene a las empresas en serios
aprietos. Después varios meses después que el ministro Camacho manifestó que ya
su Despacho había hecho la liquidación de los subsidios y que era del resorte
del Ministerio de Hacienda girarlos, el anterior Ministro de Hacienda Ricardo
Bonilla adujo que tenía “restricciones de caja” y que ello se lo impedía.
Más recientemente, ante la
insistencia de los organismos de control el actual ministro de Hacienda Diego
Guevara se comprometió a cancelarles a las empresas la suma de $1 billón, en
cómodas cuotas mensuales, entre los meses de enero y abril de este año. Pero las
empresas quedarán en las mismas, pues cada mes se causan $300.000 millones por
concepto de subsidios al consumo de los estratos 1, 2 y 3, de tal suerte que de
llegar a cumplir lo prometido por parte del Ministro para el mes de abril la
deuda acumulada con las empresas comercializadoras de energía no sólo no se
habrá saldado sino que será mayor. Pasará de los 2.8 billones a los $3
billones.
Mientras tanto, sobre la deuda
de los estratos 1, 2 y 3 con las empresas comercializadoras por concepto de la
Opción tarifaria, que asciende aproximadamente a los $2.5 billones y que el
propio presidente Gustavo Petro se comprometió en mayo del año pasado a que la
asumiría la Nación no se ha vuelto a hablar. Y este es el otro lastre que viene
afectando la liquidez, ¡la solvencia y el flujo de caja de las empresas
comercializadoras, que amenaza con extenderse a las generadoras, causando un
efecto dominó con graves repercusiones!
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