Por AMYLKAR ACOSTA MEDINA - www.amylkaracosta.net
La
devolución de dos títulos al Estado por parte de PRODECO-GLENCOR tuvo lugar en
2021. Falló el gobierno Duque al no proceder a recibirlos y ofertarlos. Llegó este gobierno y el
entonces presidente de la ANM Álvaro Pardo dijo que en este cuatrienio “no se
van a entregar más contratos de gran minería a cielo abierto y lo vamos a
cumplir " y lo han cumplido. Y
después de más de tres años de este gobierno es que se les ocurre dizque
activar el llamado por él como “corredor de la vida” y que con tal fin van
a “revisar proyectos”. ¿Cuales? Es la
pregunta.
¿Como
es bien sabido todo proyecto debe pasar por un proceso de maduración, que
empieza por su identificación y priorización? luego el perfil del mismo, su
estructuración, diseño y entonces será cuando se pasa a la fase de ejecución,
para lo cual es indispensable la asignación de los recursos para su
financiación. Todo ello se toma su tiempo, los proyectos no se pueden madurar a
punta de periódicos como los aguacates.
Les
alcanzará el tiempo o estos anuncios no pasarán de ser meros espejismos, para
después decir como en la fábula de la zorra y las uvas, al no poder alcanzar un
racimo de ellas, ¡se disculparán diciendo que están verdes y amargas!
Con
el cierre de las minas Calenturitas y La Jagua, además de su impacto en el
empleo, dejando cesantes a más de 5.000 trabajadores y de privar a la Nación,
al Departamento del Cesar y a los municipios de importantes ingresos ($500.000
millones anuales), amén de US $5.100 millones de dólares en divisas que le
dejan de ingresar al país, al dejar de extraer y exportar 15 millones de
toneladas de carbón al año.
El
gobierno se vanagloria y hace alarde aduciendo que esta es la contribución de
Colombia a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI),
causantes del Cambio climático. Pero, la realidad es otra, el mundo no deja de
consumir carbón por el hecho de que Colombia deje de extraerlo y exportarlo.
Eso es pensar con el deseo, pues, según la Ley de Keynes, toda demanda crea
su propia oferta, así es que mientras haya quien consuma carbón habrá
quien lo extraiga y lo venda y esos serán los países que compiten en el
mercado de carbón con Colombia. En fin, con decisiones tan absurda como las
tomadas por este gobierno, de marchitar prematuramente la industria del carbón,
Colombia termina quedándose con el pecado y sin la gracia.
Es una falacia la afirmación del presidente
Gustavo Petro en el sentido que “el mercado mundial de carbón se está
acabando”, que “el mercado mundial piensa lo mismo que yo, que el mundo ya no
compra carbón”. A despecho de la Transición energética, hoy más que
nunca el mundo está comprando y consumiendo carbón, las cifras, que no mienten,
muestran que la demanda de carbón lleva 4 años batiendo su propio récord.
En
efecto, en 2022, un año después del cierre de estas minas, alcanzó un récord
histórico al registrar, según la Agencia internacional de energía (AIE) 8.415
millones de toneladas, para escalar hasta las 8.700 millones de toneladas en
2023 y luego hasta las 8.787 millones de toneladas en 2024 y se proyecta que
para el 2028 en consumo mundial de carbón alcanzará los 9.000 millones de
toneladas. ¡Definitivamente dato mata relato!
De
modo que estas afirmaciones del Presidente Petro, para utilizar la expresión
del premio Nobel de Literatura Octavio Paz, está fuera de lugar, “a las afueras
de la realidad”. Razón tenía la célebre escritora británica Virginia Wolf
cuando afirmó que era más fácil matar un fantasma que matar a una realidad.
Según
el Ministro de Minas y Energía Edwin Palma, en línea con el pensamiento del
Presidente Petro y siguiendo a pie juntillas sus instrucciones plantea que “el
mundo va a dejar de depender del carbón y el petróleo, debemos anticiparnos y
diversificar la economía”. Pero no por madrugar amanece más temprano, no es
posible llegar a la tarde sin pasar por el mediodía, diversificar la economía
toma tiempo y para lograrlo se precisa contar con los recursos y hoy por hoy el
carbón y el petróleo son las principales fuentes de los mismos. No se cuenta
aún con fuentes alternativas.
Bien
dijo John Maynard Keynes, el más célebre economista después de Adam Smith y
David Ricardo, en una carta abierta al ex presidente de EE.UU. Franklin Délano
Roosevelt en 1933 le advirtió que “apresurarse sería dañino cuando lograr la
meta de largo plazo es más importante que el resultado inmediato”. Y esa “meta
de largo plazo” no es otra que la Transición energética, que deberá
darse de manera gradual, progresiva, inteligente y sin precipitaciones, que comprometan
y pongan en riesgo la seguridad energética del país.
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