Por AMYLKAR ACOSTA MEDINA www.amylkaracosta.net-
Miembro de Número de la ACCE
“Luz,
más luz” Goethe
Desde
1949 se conmemora el Día mundial de la energía el 14 de febrero de cada
año, iniciativa esta que tiene por objeto relievar su importancia e
imprescindibilidad para el desenvolvimiento de todas las actividades humanas,
desde las más simples hasta las más complejas. La energía hace parte de nuestra
cotidianidad. Se trata, entonces de despertar la conciencia sobre la necesidad
del uso racional y eficiente de la misma, lo cual conlleva también la
preservación y conservación de sus fuentes primarias. Sea propicia esta
oportunidad para hilvanar y pergeñar algunas disquisiciones al respecto.
Con
la energía suele pasar lo que ocurre con las marcas registradas, que
terminan confundiéndose con el producto mismo. Recuerdo que por muchos años la
única cuchilla de afeitar que se expendía en Colombia era la Gillette y alcanzó
tal grado de posicionamiento en el mercado que cuando aparecieron otras marcas
que le competían, no faltaba quien iba a la tienda y pedía que le vendieran una
Gillette pero marca Minora.
Aunque
el concepto de energía es genérico se tiende a confundir con la electricidad,
que es con la que más se familiariza el usuario de la misma. Es importante,
entonces, dejar establecido que son muy variadas las fuentes primarias de
energía, las que se clasifican entre renovables y no renovables.
Aunque se predica de las energías renovables, como aquellas que
no contaminan a contrario sensu de las no renovables que sí contaminan,
podemos constatar que la leña y el carbón vegetal, proviniendo de una fuente
renovable, son altamente contaminantes.
La
energía se rige por dos principios básicos de la termodinámica. El
primero de ellos es el principio de su conservación, según el cual la energía
ni se crea ni se destruye, sólo se transforma una forma o modalidad de energía
en otra. Como ejemplo tenemos lo que ocurre con el gas natural, que es energía
química, es una molécula, que se transforma en energía calórica en
los hogares cuando se enciende una estufa que lo usa como combustible,
como también se transforma en electricidad cuando una planta térmica lo
utiliza para generarla.
El
segundo principio es el de la degradación de la energía, más conocida
por la entropía, según el cual a través de distintos procesos parte de
ella se “pierde”, se disipa, dando lugar a la energía útil, que es
aquella que se aprovecha para el fin que se usa o consume y la inútil.
Un ejemplo de ello es lo que ocurre con el transporte o transmisión de la electricidad
desde el centro de generación hasta los centros de consumo, pues en dicho
trayecto parte de la energía despachada no llega hasta su destino final.
Ello
explica el reconocimiento que se hace en la fórmula de la tarifa de energía que
paga el usuario final de las pérdidas técnicas a que da lugar (PR).
Desde
luego la electricidad tiene una gran relevancia y representa el 20% del consumo final de la energía a nivel global y se
estima, según la Agencia internacional de energía, que representará el 27%
hacia el año 2030, con tendencia a ganar en participación en la matriz
energética merced a la Transición energética en curso, pues está llamada
a sustituir el consumo de combustibles de origen fósil, altamente
contaminantes, pues son la principal fuente de emisiones de gases de efecto
invernadero (GEI), causantes del cambio climático. Claro está, asumiendo que la
generación de electricidad a partir de fuentes no convencionales de
energías renovables (FNCER) y limpias.
Bien
dijo el profesor de Historia económica de The University of Sydney Robert
Gordon, que “la electricidad (1600) y el motor de combustión interna (1863)
comparten la medalla de oro de las invenciones más importantes de todos los
tiempos”. Tan importante es la electricidad que ningún conglomerado
humano resistiría más de 5 días sin contar con el servicio de energía, si
esta llegara a fallar: en una 1 hora morirían todos los pacientes que están
en las unidades de cuidados intensivos (UCI), en 15 horas se agotaría la
insulina para inyectar a los pacientes que la requieren, en 20 horas dejaría
de llegar el agua por la red de acueductos, en 1 día se descompondría la
comida que se conserva en las neveras, en 2 días fallecería los bebes que
estén en las unidades de neonatos, en 3 días el agua que permanece almacenada
dejaría de ser potable y a partir del 5º día morirían los pacientes que requieren
diálisis.
Y volviendo a la energía,
no le falta razón al reputado economista
Robert Bradles Jr cuando afirma que “la energía es el recurso dominante
sobre cualquier otro”.
De
allí que los países velen celosamente por la seguridad energética y
desde tiempos más recientes hacen lo propio con la soberanía energética,
pues es bien sabido que la economía, la seguridad y la soberanía energética,
¡así como el medioambiente son variables de una misma ecuación!
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