Por AMYLKAR ACOSTA MEDINA-www.amylkaracosta.net-
A pesar del empecinamiento y la tozudez del actual
gobierno en intentar sin éxito importar gas desde Venezuela, como lo manifestó
el ex ministro de Minas y Energía Andrés Camacho, al comparecer ante el
Congreso de la República, atendiendo su citación a un debate de control
político, después que había dicho que todo estaba dispuesto para recibir
despachos de gas desde Venezuela en diciembre del año anterior, “desde una
perspectiva política, técnica y financiera, importar gas venezolano es
inviable". No obstante, una y otra vez, se insiste con terquedad aragonesa
en esta alternativa de abastecimiento.
Y si no fue posible cuando el Presidente Biden
flexibilizó las sanciones impuestas por parte de EEUU en octubre de 2023,
dándole un respiro al gobierno venezolano, en aras de que en cumplimiento del
Acuerdo de Barbados entre Maduro y la oposición para que se adelantaran unas
elecciones presidenciales libres y democráticas, pero que tocaron a su fin en
abril de 2024, ante su incumplimiento por parte de Maduro, mucho menos ahora
que el Presidente Trump, quien fue el primero en imponerlas en agosto de 2017
en su primera administración, ahora cuando está de vuelta a la Presidencia,
mediante una Orden ejecutiva las endureció, estableciendo un arancel del 25% al
país que se atreva a comprarle petróleo o gas a Venezuela.
Así las cosas, veo muy remota la posibilidad de que
Venezuela sirva de fuente de aprovisionamiento de gas al país y causa extrañeza
lo que ahora ha trascendido a través de los medios, que delata unas supuestas
tratativas del gobierno colombiano con el venezolano, para tener los primeros
despachos en diciembre de este año. Según las mismas fuentes se estarían, a la
chita callando y con total sigilo, intentando, a mi juicio infructuosamente,
lograrlo. Dicho intento solo lograría agriar aún más de lo que están las
relaciones comerciales y diplomáticas entre Colombia y EEUU.
Es más, para reactivar el contrato que firmaron los
presidentes Chaves y Uribe en 2007 se requiere la anuencia de la Oficina de
Control de Activos extranjeros (OFAC), que maneja el Departamento del Tesoro de
los EEUU, a no ser que, retando a Trump y su Orden ejecutiva, el Presidente
Petro opte por la confrontación.
Por lo demás, como se recordará, Colombia le ha
solicitado reiteradamente a la OFAC su aquiescencia con el propósito de que
ECOPETROL pudiera avanzar en unos acuerdos con PDVSA y siempre ha recibido la
callada por respuesta. Y no parece que, por lo menos en el corto plazo, vaya a
cambiar de actitud.
Cabe preguntarse qué ha cambiado desde agosto
pasado, cuando el ex ministro Camacho descartó la posibilidad de importar gas
desde Venezuela, a hoy, para llegar a la conclusión de que lejos de su
viabilidad las circunstancias políticas hoy, cuando el ambiente y el clima en
están más enrarecidos que enantes, lo descartan.
De otra parte, hay que tener en consideración el
impasse que representa no contar hasta la fecha con la infraestructura
requerida para el transporte de gas entre los dos países. El gasoducto Antonio
Ricaute, inactivo desde 2015, está totalmente averiado. Recuperarlo requiere
mucho tiempo y dinero, el que no tiene la quebrada PDVSA.
Además, el mayor yacimiento de gas de Venezuela,
Perla, offshore, en el bloque Cardón IV no cuenta con el gasoducto que empalme
con el Antonio Ricaute para transportar el gas desde el golfo de Coquivacoa, lo
cual demanda tiempo y cuantiosas inversiones.
Además, la calidad de ese gas no cumple con las
especificaciones del que se consume en Colombia, lo cual conllevaría la
necesidad de montar una planta de tratamiento que también demandaría
inversiones importantes.
En plata blanca es cuantiosa la inversión requerida
para contar con la disponibilidad de gas natural desde Venezuela y ni PDVSA ni
ECOPETROL cuentan con el músculo financiero para asumirla. Importar gas desde
Venezuela, entonces, no es algo que se parezca a soplar y hacer botellas. Esta
noticia, que ha dado lugar a tanto alboroto, no pasa de ser un embeleco más,
una idea descabellada!
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